miércoles, 15 de octubre de 2008

el círculo de llamas

Ocurre que el amante despierta en la noche, porque su cuerpo arde sin explicación. Sus piernas están cubiertas de llamas azules y sus brazos se disuelven en un halo fulgurante. Siente los labios encendidos como piedras de fuego y su pecho se parte una y otra vez... las pasiones secretas, que han aguardado en silencio el paso del día ahora se desencadenan sin reparos, el sueño retrocede como un fantasma y la imagen de su delirio aparece magicamente. Los dioses de la noche abren para él una puerta que va directo al sueño de su amada. El amante, ardiendo con ansias renovadas se acerca a tientas al círculo de llamas y observa el cuerpo desnudo de la mujer, se asoma fascinado por el marco de esta puerta peculiar y muerde tiernamente sus mejillas, besa los labios róseos cuya forma ya es sagrada para él - temiendo que la magia se disuelva de pronto; su perfume lo penetra y siente el talle ceñido de la mujer contra su cuerpo. Deja caer las palabras que se alojan en su pecho, sus ensoñaciones, hace un pequeño recorrido por la espalda de ella con mano sutil, siente la piel delicada y la mujer acomoda con agrado su cuerpo en favor de la caricia, él posa la otra mano en el mentón de ella y siente el hálito intenso que parte de su boca, ¡inhala! ¡ensoñación, su mente delira! Ha sido un paso irremediable, sus labios se debaten con temor, balbucea, intenta detallar las virtudes de su amada, los misterios del espíritu; sus manos ávidas sienten la forma de los hombros, los pechos, el cuello delicado y cuando ella se distiende en un pequeño gesto cae devastado frente a su vientre y lo toma con delicadeza para besarlo y sentir con la palma abierta el torrente femenino que lo atraviesa. Las llamas comienzan a cerrarse y el amante deposita entonces una última promesa, una garantía de amor: besa sus labios, el encantamiento se deshace y ella despierta inquieta de su sueño, encendida.

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